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En defensa propia es otro triste ejemplo de la decadencia absoluta en la que se encuentra la carrera de Bruce Willis.
Un actor que hoy es una sombra de lo que llegó a ser alguna vez en Hollywood. Junto con Sylvester Stallone y Schwarzenegger en su momento fueron los reyes del cine popular norteamericano en los ´90 pero en la actualidad la situación es muy diferente.
Resulta extraño porque no pasó tanto tiempo desde que brindó una buena interpretación en Moonrise Kingdon, de Wes Anderson, y las dos entregas de Red, que reunieron un gran elenco y fueron muy entretenidas.
Sin embargo desde el 2014 Willis inició la etapa oscura de su filmografía donde no paró de trabajar en filmes mediocres que se hicieron exclusivamente para el dvd.
Propuestas olvidables que uno podría asociar con Steven Seagal pero no con el actor que alguna vez brilló en filmes como 12 monos o Sexto sentido.
Por lo general (y este estreno no es la excepción) sus últimos filmes fueron propuestas que se promocionaron con su imagen pese a que Willis tenía un rol muy limitado en las historias.
El problema no es tanto que trabaje en producciones clase B, que de última es un trabajo digno, sino la actitud que presenta en estos papeles.
Bruce Willis parece haber perdido la pasión por su trabajo y desde hace un tiempo se lo ve desganado en sus interpretaciones, como si estuviera anestesiado.
Es claro que no le interesan en absoluto estos papeles ni las películas en las que se involucra y sólo se limita a recitar sus diálogos en piloto automático.
En defensa propia es la tercera película consecutiva que hace con el realizador Stephen C.Miller, que previamente los dirigió en Extraction (2015) y Los conspiradores (2016) que se estrenó hace un tiempo en los cines locales.
En este caso Miller ofrece un thriller aburrido y previsible que se hace llevadero gracias a la interpretación de Hayden Christensen, quien tuvo que remar completamente solo un argumento mediocre.
El actor de Star Wars fue la figura de esta película que más entusiasmo le puso a su interpretación, pese a que el argumento no le daba muchas chances de destacarse.
Willis parece un zombi durante toda la historia y es triste ver que su carisma desapareció por completo porque ya no le importa en absoluto su trabajo. Sólo está ahí para vender su imagen en un póster.
Las pocas escenas de acción que presenta Miller están bien elaboradas y no hay grandes espectáculos pirotécnicos ni situaciones absurdas.
Sin embargo la película nunca llega ser los suficientemente atractiva para gastar una entrada al cine, ya que es un opción (si no tenés nada mejor que hacer) para ver en televisión.
Son esa clase de producciones desapasionadas que se hacen para el dvd, donde nadie tiene un compromiso por brindar un buen producto.
En materia de acción El implacable, con Jackie Chan, es una propuesta completamente superior entre las novedades del género.
Ojalá M.Night Shyamalan pueda resucitar la carrera de Bruce Willis en Hollywood con la continuación de El protegido que llegará en el 2019.