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La experiencia de ver Madre! en el cine es como sentarte en un bar al lado de un borracho triste (los peores) que descarga sus penas durante dos horas ininterrumpidas, el día que te dieron un ascenso en el trabajo.
Ya sea porque lo afectó la crisis de la mediana edad o simplemente se enojó con la vida, El director Darren Aronofsky utilizó este proyecto para descargar toda su furia contra la humanidad en lo que representa una de las obras más delirantes que llegaron a la cartelera este año.
La calificación de esta reseña es prácticamente simbólica porque se trata de esa clase de producciones que está por encima de los puntajes.
Creo que al margen de la opinión que cada espectador pueda tener sobre la película, los seguidores de este cineasta deben verla en una sala de cine y dejarse llevar por la experiencia lisérgica que ofrece el relato.
Madre! tiene la virtud de ser una película que no te deja indiferente y ya sea que la ames o la odies se trata de una obra artística que al menos despierta reacciones y debates, algo que no ocurre con la gran mayoría de los estrenos que llegan semanalmente a la cartelera.
Hay que darle el crédito al director por animarse a tomar riesgos en un tiempo donde la industria de Hollywood sólo apuesta a las mismas fórmulas argumentales que se explotan una otra vez.
La impresión personal que cada espectador puede tener después frente al film es un tema diferente, pero es positivo que cada tanto surjan esta clase de historias que desconciertan al público y generan polémica.
En Madre! Aronofsky utiliza la conflictiva relación entre un escritor famoso que enfrenta un bloqueo creativo (Javier Bardem) y su joven musa (Jennifer Lawrence) para trabajar diversas alegorías.
Entre los temas principales tiene una presencia destacada una metáfora de la historia de la Biblia, desde la creación del Paraíso hasta la Pasión de Jesús.
El rol de Lawrence vendría a representar el espíritu de la Madre Tierra, Bardem encarna el rol de Dios y la casa que habitan se convierte en una recreación del planeta que es vejado por la naturaleza violenta del hombre.
Esa es una interpretación posible pero otro espectador podría tener una lectura diferente y también sería válida por la manera en que está construido el film.
De todos modos, no es necesario contar con un master en psicología para seguir la trama, debido a que Aronofsky aborda las metáforas bíblicas y la simbología que contiene su relato con la sutileza de un violinista que toca el instrumento con una motosierra.
En lo personal la película me pareció más interesante en los momentos en que se trabaja la relación tóxica del artista con su musa, más que las secuencias surrealistas que evocan el cine de Ken Russell (The Devils) y Roman Polanski.
En esas escenas todo es tan grotesco y delirante que uno tiene la sensación de encontrarse frente a un happening hippy de los años ´60.
De hecho, durante los 15 minutos finales tuve la ilusión que Marta Minujín apareciera gritando ""¡arte! "¡arte!" mientras destruía los muebles de la casa de Jennifer Lawrence pero lamentablemente no se dio.
Desde los aspectos técnicos Mother! tiene la calidad visual que estamos acostumbrados a ver en el cine de Aronofsky y la labor de todo el reparto es impecable. Celebro el regreso de Michelle Pfeiffer que se extrañaba muchísimo en el cine.
El director utiliza numerosos primeros planos (la mayoría se concentran en el rostro de la protagonista) que refuerzan con solidez la sensación de claustrofobia que transmite el escenario principal.
La historia es narrada con mucha tensión y a diferencia de Personal Shopper, de Olivier Assayas, una película mucho más pretenciosa que esta, la experiencia que propone el director nunca se vuelve aburrida.
Tal vez en la intención de abordar tantas alegorías juntas, que se refieren también a la ecología e inclusive el culto a la fama en Hollywood, la película se vuelve demasiado abrumadora y cae en algunos excesos de mal gusto en el retrato de la violencia.
No obstante, el mayor inconveniente con este film es que más allá del lamento de borracho triste que expresa el director, donde se nos recuerda una y otra vez lo retorcido que puede ser el hombre, la historia no tiene razón de ser y todo se limita al collage de alegorías políticas y religiosas que no tienen sentido.
De los últimos trabajos que hizo Darren Aronofsky este es el que menos me gustó pero si sos amante del cine tenés que conocerla y permitirte tener tu propia experiencia.