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Junto con Jonah Hex, Los Cuatro Fantásticos, Elektra y el Spirit de Frank Miller, el nuevo trabajo del director Luc Besson se destaca entre las peores adaptaciones de cómics realizadas en la última década.
Sería ingenuo esperar que estas películas sean iguales a sus fuentes originales, porque el cine maneja otro lenguaje, pero me parece que tiene que haber un mínimo respeto a los personajes.
Muy especialmente cuando se trata de una de las grandes obras maestras de la historieta europea que tuvo un enorme impacto en el género de la ciencia ficción.
Valerian y Laureline fue una colección francesa donde Pierre Cristin y el ilustrador Jean-Claude Mézières elevaron la calidad de los contenidos en este género. Las tramas presentaban conflictos complejos que retrataban cuestiones sociales y políticas imposible de encontrar en otras revistas.
Sin embargo las historias nunca fueron demasiado serias y tenían muchísimo humor, un elemento que hacía más entretenida las aventuras de los personajes.
A fines de los años ´60, Valerian, junto con Green Arrow de DC, fueron los únicos héroes que representaban la ideología de los partidos políticos de izquierda, mientras que Laureline con su personalidad independiente e inteligencia rompió con el prototipo de las damiselas en apuros y la heroínas sexualizadas que abundaban en el cómic europeo
Luc Besson ya había manifestado su pasión por estos personajes en El quinto elemento (que no fue otra cosa que una carta de amor al arte de Mézières) y la excelente serie animada del 2007, Time Jam, que él produjo con su productora EuropaCorp.
Por este motivo Valerian resulta una enorme decepción, debido a que el proyecto tenía todas las condiciones dadas para brindar una franquicia distinta dentro del subgénero de la ópera espacial.
Era una oportunidad única para disfrutar de algo diferente en este tipo de historias, que más allá de las franquicias de Star Wars y Star Trek, no brindaron nada nuevo.
Si hasta el día de hoy no tenías la menor idea de la existencia de este cómic la película se deja ver por motivos que en breve destacaré, pero la realidad es que no vas a conocer la ciencia ficción de Valerian y Laureline, ya que en esta producción brilla por su ausencia.
Creo que el gran problema de este estreno tuvo que ver con la ambición de Besson por querer controlar cada aspecto de la película (incluida la distribución) y el proyecto se le fue de las manos.
De haber delegado el guión (la gran debilidad de esta propuesta) en otros artistas y un casting diferente en los roles principales, el resultado hubiera sido diferente.
Sobre todo porque en esta película sobresale de manera evidente el enorme potencial que tenía la adaptación del cómic en el cine.
Besson (y esto es justo reconocerlo) hizo un trabajo brillante con la puesta en escena y la reconstrucción del mundo futurista de Valerian.
Todas las naves espaciales, esos planetas increíbles que te dejan sin aliento y las razas alienígenas que vas a ver en la película prácticamente son un calco de la historieta.
El director inclusive brinda una generosa cuota de fan service con varios personajes clásicos que aparecen en la trama.
Durante los primeros cinco minutos de esta película viví una felicidad absoluta porque experimenté como cobraba vida un cómic que amo y recomendé a los lectores años antes que se anunciara la existencia de este proyecto.
La escena inicial con el tema de David Bowie, Space Oddity, en la que se introduce al espectador en el mundo de Valerian es alucinante. En un breve instante el director explica de modo conciso cómo funciona el universo en el que se desenvuelven los héroes.
Entonces aparecen los dos protagonistas y cuando empiezan hablar la felicidad conseguida se transforma en desconcierto para terminar convertida en una amarga decepción.
Dane DaHaan y Cara Delevigne conforman la peor pareja cinematográfica desde Natalie Portman y Haiden Cristensen en Star Wars.
Dos amebas sin química que no transmiten absolutamente nada y parecen anestesiados durante todo el film, como si estuvieran aburridos de ser parte de este proyecto. Ninguno de los dos se comprometió con sus roles.
No se puede entender que Valerian, el padre espiritual de Han Solo, terminara a cargo de un actor sin carisma que no tiene capacidad para llevar adelante un rol de este tipo. El mismo caso que se vivió en Marvel con Iron Fist en la serie de Netflix.
DeHaan en ningún momento resulta creíble como el gran aventurero del espacio que pretender ser su personaje y es muy aburrido de ver.
Por otra parte, Delavigne, quien ya demostró en Escuadrón Suicida que la actuación no es su mejor talento, es otro desastre en el rol de Laureline pero la culpa en este caso no es de ella sino del enfoque que le dio Besson al personaje.
Por razones inexplicables el director decidió masculinizar a una heroína memorable y divertida del cómic con el objetivo de convertirla en Alice de Resident Evil.
Besson erradicó el sentido del humor irónico, la dulzura y optimismo del personaje para retratarla como una mujer fría y violenta que no genera ninguna simpatía.
La historia de amor entre Valerian y Laureline, que fue uno de los grandes atractivos de la obra original, acá quedó convertida en una burda telenovela de Thalía, que ni siquiera es creíble por la falta de química que hay entre los protagonistas.
Besson se limita a ofrecer un collage de escenas de acción llamativas, que están unidas por una trama argumental muy superficial para la propuesta que trabajaba.
A lo largo del film ni siquiera hay espacio para desarrollar a los personajes y el mundo que los rodea porque todo se concentra en los ruidosos efectos especiales.
Por ese motivo hacia el tercer acto la película se hace interminable.
Más allá del placebo visual concebido para espectadores hiperquíneticos, Luc Besson no se esforzó en absoluto por contar una historia que le hiciera justicia a esta propuesta.
El presupuesto más caro en la historia del cine independiente en este caso quedó al servicio de un film genérico, que más allá de su llamativa puesta en escena nunca supo trabajar estos personajes.
Si bien Valerian tampoco llega a ser una película terriblemente mala (vimos cosas peores en los últimos meses) no está para nada a la altura de El quinto elemento y con el paso del tiempo quedará en el olvido.