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Se le podrá objetar muchas cosas a Marvel pero en materia de calidad y entretenimiento es una compañía que está a años luz de la competencia.
Doctor Strange consigue introducir al público un superhéroe clase B, que nunca generó pasión de multitudes y tuvo un origen inusual
(ver nota), y al mismo tiempo complace a los fans del cómic con numerosos guiños sobre eventos y futuros personajes que podrían aparecer en el cine.
El director Scott Derrickson encontró el balance perfecto en esta cuestión y su película le hace justicia a un cómic muy especial que en su momento elevó los contenidos creativos de este arte a otro nivel.
La historia de Strange introduce la magia en el universo cinematográfico de Marvel y la aparición del personaje va a tener repercusiones importantes en los filmes de otros superhéroes.
Los Vengadores pasan a ser justicieros de cabotaje, que se dedican a minucias pasajeras como la salvación del planeta Tierra, mientras el Doctor lidia con la supervivencia del universo.
Strange viene a cambiar las reglas de juego en estas películas y trabaja la magia a través de los contenidos esotéricos y místicos que son los elementos que hicieron tan especial a este particular hechicero.
Me hubiera gustado que Marvel se la jugara un poco más en lo referido al despertar espiritual de Stephen Strange que parece muy contenido, como si el estudio hubiera tenido miedo de mencionar muchas veces la energía de los chakras en la trama o que el film resultara demasiado místico.
De todas formas el relato del director Derrickson compensa esta cuestión con algunos momentos memorables.
La escena en que el personaje de Tilda Swinton toca con su pulgar el entrecejo de Strange (la apertura del tercer ojo para los que están en el tema) y lo introduce en otro plano de conciencia califica entre de los grandes momentos cinematográficos del año.
Se trata de una secuencia impactante en el que suceden varias cosas a la vez.
Por un lado la satisfacción sublime de ver que detrás del film hubo un director que entendió el cómic que trabajaba y le rinde homenaje a toda la psicodelia hermosa que caracterizó las historias de Strange.
Al mismo tiempo sumerge al espectador que no conocía al superhéroe en una experiencia lisérgica que tiene más magia que la nueve películas que se hicieron con el mundo de Harry Potter.
Caber destacar que los cambios que le hicieron a la historia, por motivos políticos y comerciales, no afectan como uno hubiera esperado al tratamiento del personaje.
En la trama original Strange obtenía sus poderes en el Tíbet a través de un maestro chino. En la película cambiaron el escenario por Nepal, ya que de otro modo el film hubiera sido prohibido en China y Marvel perdía un mercado enorme.
El Anciano en este caso es una mujer de origen celta y aunque el personaje tiene características diferentes, Tilda Swinton brinda una gran actuación donde mantiene la esencia del mentor de Strange.
La película está sostenida con un gran reparto donde Benedict Cumberbatch se adueña por completo del superhéroe para ofrecer una interpretación impecable. El personaje está muy bien desarrollado y marca una clara diferencia en el conflicto personal que vive con Tony Stark, quien tenía un concepto similar en la historieta.
El actor danés Mads Mikkelsen tiene muy buenos momentos en el rol del villano y aunque Kaecilius no tiene el carisma de Loki, al menos es funcional a la historia y sus motivaciones no sólo son válidas sino que tienen sentido.
Algo que no vimos en Batman vs. Superman, Escuadrón suicida y la última entrega de los X-Men.
Más allá del tratamiento de los personajes, Doctor Strange es una propuesta de fantasía que ofrece un espectáculo imponente en lo referido a las secuencias de acción, donde la magia y las diferentes dimensiones juegan un papel clave.
Desde la puesta escena visual el trabajo de Derrickson es impecable y si hay un estreno que este año no podés dejar pasar en 3D es este, ya que el formato enriquece el trabajo del director.
Mi gran objeción con esta película y su principal defecto pasa por el gran parásito de Marvel que es el tratamiento del humor.
Es hora que empiecen a bajar unos cambios con esta cuestión porque no sólo es irritante, sino que además es un modo de subestimar al público. Esta manía que los personajes tienen que ser chistosos para llegar mejor a los espectadores que no consumen cómics es una estupidez insostenible.
Hay diálogos humorísticos de esta película que son penosos de ver porque se nota que están forzados. Tampoco hay que irse al extremo del cine depresivo de Zack Snyder, más bien se trata de buscar un equilibrio.
En Doctor Strange hay varios momentos donde el humor no fluye con naturalaridad en los diálogos y se podía haber evitado porque el personaje no lo necesita para ser atractivo.
Cabe destacar que esto es un problema que excede al trabajo del director Derrickson y Benedict Cumberbatch, ya que es un problema que también afecta los cómics. Hoy la mayoría de los héroes de Marvel parecen haber cursado un seminario de stand up con Jerry Seinfeld y es molesto.
Más allá de esta cuestión, Doctor Strange es junto con Deadpool la gran película de cómics de este año que introduce con éxito al público general un personaje apasioanante.
Ya pasó el infumable conflicto de origen y el camino que tiene por delante el Maestro de las Artes Místicas es muy prometedor.