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El planeta de los simios: La guerra no sólo ofrece la entrega más emocional y dramática de esta franquicia sino que además consolida la nueva saga entre las más grandes trilogías realizadas en el siglo 21.
Al margen de la película original de 1968, que hizo historia en el género de ciencia ficción, este relanzamiento que inició el director Ruper Wyatt en el 2011 superó por su complejidad argumental y calidad artística a todas las producciones previas.
Dentro del cine hollywoodense de la actualidad es muy difícil encontrar una franquicia que mantenga su nivel de excelencia y al mismo tiempo nos cautive con sus personajes.
Para citar un caso probablemente tendría que remitirme a la trilogía de El Señor de los Anillos que sostuvo la misma consistencia en todas sus entregas.
El director Matt Reeves en este caso presenta una conclusión apasionante de ese arco argumental que se presentó en El planeta de los simios: (R) Evolución con el origen de César.
La trama nos presenta al líder de los monos en una etapa de su vida más madura, donde determinadas circunstancias generan que el protagonista se cuestione la tolerancia y los ideales pacifistas que había manifestado hacia los humanos.
Reeves explora en este conflicto el lado más oscuro de César, quien vive una serie de experiencias intensas que lo llevan a seguir el camino de odio y venganza que había escogido el mono Koba, su adversario del film anterior.
En esta entrega las disputas internas entre los simios acaparan toda la atención del relato y esta vez los personajes humanos quedaron relegados a un rol más secundario.
Después de mucho tiempo Woody Harrelson vuelve a destacarse en el cine en el rol de un soldado fascista que le escapó a los clichés del villano acartonado.
Las acciones que emprende su personaje son nefastas, sin embargo la justificación de sus actos tienen un sentido y eso contribuye a que la historia sea tan apasionante.
En el fondo los monos y los humanos buscan preservar su propia especie y el director retrata muy bien este conflicto desde las dos perspectivas.
Los efectos especiales y el tratamiento de la acción son brillantes y si bien la película mantiene el nivel de calidad de las entregas previas, El planeta de los simios: La guerra impacta por el drama emocional que nos ofrece con estos personajes.
El director Reeves logra que los monos lleguen al corazón del espectador y uno no los vea como animales realizados por efectos digitales.
La interpretación de Andy Serkis como César tiene momentos inolvidables pero también se destacan otros personajes como el orangután Maurice (tal vez el mono más querido del reparto) y esa gran revelación que resultó el chimpancé Bad Ape.
Un rol a cargo de un brillante Steve Zahn que en manos de otro director se hubiera convertido en una copia mala de Jar Jar Binks.
Reeves lo utiliza para descomprimir la tensión del conflicto con algunos momentos humorísticos con mucha precisión sin arruinar la seriedad de la película.
Bad Ape no sólo resulta gracioso sino que además se gana la simpatía del espectador por su inocencia y buen corazón.
Quienes busquen el entretenimiento descerebrado de Michael Bay probablemente encontrarán esta producción aburrida porque el espectáculo no se limita a presentar un collage de secuencias de acción.
El director Reeves desarrolla un drama complejo, con ideas interesantes, que logran darle un cierre impecable a esta saga que culmina una etapa.
No puedo dejar de destacar la tremenda música de Michael Giacchino que le otorgó una gran profundidad a los momentos dramáticos, sin convertir la película en un melodrama.
Si tuviera que quedarme con una entrega de esta trilogía probablemente elegiría la segunda parte, por la inclusión de ese gran personaje que fue el mono Koba, interpretado por el subestimado Toby Kebbell.
Sin embargo eso no significa que El planeta de los simios: La guerra sea un film menor.
Matt Reeves sobresale con otra gran obra de su filmografía, donde demuestra su pasión por estos personajes y el compromiso para desarrollar películas de género de calidad.
Los seguidores de la franquicia no quedarán decepcionados.