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Warcraft es otra película que fue víctima de un ensañamiento sin sentido por parte de la crítica norteamericana.
Si uno se deja llevar por muchas de esas reseñas podría quedarse con la noción equivocada que este es uno de lo peores estrenos del año y la verdad que ese no es el film que vas a encontrar en el cine.
El nuevo trabajo del director Duncan Jones (hijo de David Bowie) no soló se destaca entre las mejores adaptaciones que brindó este arte sobre un video juego, sino que además ofrece una buena propuesta dentro del género de fantasía.
Esta es la tercera película del realizador luego de Moon (2009) y Ocho minutos antes de morir (2011), con Jake Gylenhaall, que fueron historias de ciencia ficción.
Warcraft es una sólida producción de aventuras y fantasía que logra ser muy entretenida por el conflicto que narra y el trabajo que hizo Jones con las secuencias de acción.
Para quienes no somos fans del video juego la historia en un principio puede resultar algo abrumadora por la enorme cantidad de personajes que se presentan en un breve período de tiempo.
Con esta película ocurre algo similar al caso de Día de la independencia 2, donde la narración del director está tan enfocada en la acción que apenas le da tiempo al espectador para que conozca este universo de ficción que propone y sus personajes.
Duncan se vio obligado por el estudio Universal a eliminar 40 minutos de escenas de su corte original y esto afectó muchísimo la narración del film.
La trama salta constantemente entre distintos escenarios y por momentos el relato resulta algo caótico. De hecho, hay personajes que se desarrollan a gran velocidad y se hace evidente que a la película le faltan algunas escenas.
De todos modos en mi experiencia personal con el film me pareció muy entretenida la historia. El planteo que presenta de la comunidad de los orcos creo que se destaca entre lo más interesante. Sobre todo porque no se los retrata como villanos tontos sino que sus acciones tienen un fundamento.
No ocurre lo mismo con los personajes humanos que son un poco más aburridos. Travis Fimmel (de la serie Vikingos), quien en estos últimos años evolucionó muchísimo como actor, interpreta a un héroe de acción digno que tiene el perfil de los clásicos personajes de Dungeons & Dragons.
No es un protagonista precisamente carismático pero termina siendo funcional en la trama.
Un tema para objetarle al guión del director es la nefasta historia romántica entre Lothar (Fimmel) y Garona , la semi orca, que resultó completamente forzada. Los personajes se conocen dos minutos y de la nada se convierten en Aragorn y Arwen. Me quedó la sensación que el romance se incluyó por cuestiones marketineras del estudio Universal más que por un propósito dramático.
Al menos lo podrían haber trabajado con más sutileza.
Desde los aspectos técnicos el film de Duncan es bastante positivo. La recreación de los orcos con el sistema de animación de captura de movimiento estuvo muy bien realizado y los personaje se ve creíbles en la pantalla.
No obstante, el tratamiento del CGI en la película resultó algo irregular. Hay escenas espectaculares que son una belleza (como los vuelos de Travis Fimmel en el hipogrifo) y otros momentos como la introducción del mundo de los orcos, en los minutos iniciales, donde el trabajo de Duncan directamente parece un film de animación computada.
Durante el desarrollo de la historia esta cuestión encuentra un mayor equilibrio y en la batalla final se redimen esas imperfecciones.
No hay que buscarle la quinta pata al gato.
Warcraft no tiene el contenido de un relato de Tolkien ni Michael Moorcock (Elric de Melnoboné) pero es una propuesta de fantasía decente para pasar un rato ameno en el cine.