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En un mundo ideal películas como Ataque a la Casa Blanca terminarían directo en dvd y obras memorables como La redada, una joya reciente que brindó la producción de Indonesia, tendrían que llegar a la pantalla grande para ser disfrutadas por los amantes del cine de acción.
Sin embargo en el mundo real las cosas se dan de otra manera.
Este film representa el trabajo más bochornoso en la carrera del director Antoine Fuqua, quien en el pasado brindó propuestas copadas como Día de entrenamiento, Rey Arturo, Tirador (muy buena película con Mark Wahlberg) que estuvieron impecablemente realizadas.
Su última producción directamente no parece dirigida por él y en este caso abordó la acción con un enfoque radicalmente distinto a lo que fueron sus filmes anteriores. Siempre disfruté mucho de este director pero en esta no lo puedo bancar.
De todos modos es necesario separar bien los tantos.
En su defensa podría alegar que Fuqua tuvo que remar un guión muy complicado que en más de una escena da vergüenza ajena por el exceso de patrioterismo yankee. Demasiada agitación de banderitas que atrasan 30 años.
Hasta la saga de Desaparecido en acción, con Chuck Norris, fue más sutil en este aspecto.
Hay escenas y algunos diálogos, sobre todo al final, que no tienen nada que envidiarle a la infame Batalla: Los Ángeles.
Tal vez ese es el gran problema de este estreno que desde lo argumental se toma demasiado en serio a sí mismo. Todo lo contrario de Batalla Naval que se burlaba descaradamente de este tipo de historias y eso la hacía divertida, algo que muchos medios pasaron por alto.
La película parece haber sido construida con un guión desechado de una secuela de Duro de matar, con la particularidad que el personaje de Gerard Butler no tienen ningún tipo de carisma y atractivo.
Ataque a la Casa Blanca desde lo argumental está sostenido por un exceso de lugares comunes.
Tenés al ex agente del servicio secreto en desgracia que no pudo salvar una vida en el pasado y vuelve a tener su revancha. Algo que vimos 20 años atrás con Clint Eastwood y su film En la línea de fuego.
Ronnie Yu otra vez interpretando a un terrorista de Corea del Norte (los villanos hollywoodenses de moda), que no tiene diferencias con el que encarnó en Otro día para morir, con Pierce Brosnan.
Lo peor de todo no es esto sino lo que hizo Fuqua con algunas secuencias de acción.
A diferencia de sus filmes anteriores que se destacaron por el realismo, acá abusó de los efectos digitales donde hay algunos momentos que son vergonzosos de ver. Especialmente al comienzo de la historia.
Los efectos se ven totalmente truchos y están al nivel de lo que fue la última película de Crepúsculo.
La escena en que se destruye el famoso obelisco de Washington es tan berreta que ni en una película del canal Syfy encontrás algo tan mal hecho. Hasta Paka Paka tiene programas con efectos digitales mejor trabajados.
Estoy convencido que el propio director debe sentir vergüenza al ver esa escena en el cine porque sabe que es un desastre lo que hicieron.
Lo mismo sucede con las escenas de peleas cuerpo a cuerpo que están tan editadas que no se entiende nada.
Defender esta película porque tiene muchos tiroteos y explosiones es faltarle el respeto al género de acción.
En el verano pudimos ver El último desafío, con Schwarzenegger, donde el director coreano Kim Jee-woon dio cátedra de cómo se filman secuencias de acción. Ahí tenías una película bien hecha.
Ataque a la Casa Blanca si bien te entretiene un rato como propuesta de este género es una producción mediocre.
Lo único rescatable es Morgan Freeman, quien rema como los dioses su personaje sin salir mal parado.
En unos meses se viene otra película con atentados en Washington. Ojalá sea un poco mejor que esto.