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Los catorce libros originales de Oz escritos por L.Frank Baum representan una de las más grandes sagas literarias concebidas para niños.
Generalmente toda la atención siempre recae en el primer tomo que es el más conocido de todos porque fue el material sobre el que se basó el glorioso musical de 1939.
Sin embargo, existen un montón de historias interesantes con personajes maravillosos que no fueron llevados al cine todavía.
La nueva película de Sam Raimi no se basa en ninguna novela de Oz, sino que presenta una historia nueva que narra un origen alternativo del famoso Mago.
Baum nunca exploró demasiado este tema salvo en un capítulo del cuarto libro de la serie, “Dorothy y el Mago en Oz” , donde se revelaba como el ilusionista llegó a la tierra de las hadas.
Esta producción de Disney fue concebida más que nada como una especie de precuela del clásico que protagonizo Judy Garland, donde el director se las ingenió para hacer algo distinto con estos personajes al mismo tiempo que mantuvo vivo el espíritu de la obra de Baum.
Creo que en este punto se encuentra la mayor virtud de esta película.
En estos días donde la tendencia de Hollywood es volver más estúpidos a los clásicos de fantasía con personajes oscuros y escenas de violencia, Sam Raimi evitó vejar a una las más grandes creaciones infantiles con ese tipo de enfoque que acá no hubiera funcionado.
Baum estaba en contra de resolver los conflictos de sus novelas con escenas de violencia o batallas épicas y Raimi eso lo respetó mucho y su película no concluye como las versiones recientes de Alicia en el País de la Maravillas y Blancanieves.
En este caso el Mago, interpretado por James Franco, se vale más de su ingenio que la fuerza para enfrentar a los villanos, algo que me pareció fabuloso ya que eso fue siempre lo que destacó a estos relatos.
Otro aspecto interesante es que los personajes que fueron creados especialmente para esta producción, como el mono Finley o la chica de porcelana, tienen las personalidades características de lo que solían ser la creaciones de Baum.
Lo de la niña es interesante porque la gente de porcelana es una de las tantas poblaciones bizarras de la tierra de Oz que no había tenido hasta ahora espacio en el cine.
Otro acierto de Raimi fue retratar de una manera más amigable a los Munchkins.
En la película de 1939 el maquillaje que usaron los actores enanos generó que los Munchkins se vieran algo aterradores y durante décadas asustaron a más de un chico.
En Oz, el poderoso, los actores enanos que interpretan a estos personajes aparecen con un aspecto más natural.
La verdad que esta película es una excelente propuesta familiar que puede se disfrutada con chicos y brinda un gran entretenimiento.
El film sorprende principalmente por el extraordinario diseño de producción y los efectos visuales que se combinaron a la perfección para darle vida, como nunca se había hecho en el cine a ese mundo apasionante que creó Baum.
Raimi también se las ingenió para diseminar en su película numerosas referencias al clásico de 1939 y utilizó el formato de tres dimensiones a la perfección.
Su labor en ese sentido está al mismo nivel de lo que vimos hace poco en Hugo y Una historia extraordinaria, de Ang Lee.
Michelle Williams, quien se tomó un respiro de los personajes sufridos, brinda una muy buena interpretación de Glinda, la bruja buena y se destaca en varias escenas junto con Rachel Weisz, quien también está muy bien en el rol de villana.
Mila Kunis tuvo el complicado desafío de tener que encarnar a la famosa bruja malvada del Oeste, que quedó inmortalizada por la extraordinaria Margareth Hamilton en el clásico musical, cuyo trabajo es imposible de superar.
Ese era un papel muy difícil por el tremendo antecedente que había en el cine y por eso tal vez resultó el personaje más débil de esta producción.
James Franco capturó bastante bien la personalidad del Mago, pese a que su enfoque de este rol es más serio que el ilusionista de la literatura.
Si bien esta producción no llega a superar la anterior apuesta de Disney con estos personajes que fue la brillante
Regreso a Oz (películas subestimadas si la hay), de 1985, que retrató con más fidelidad las historias de Baum, este estreno es una obra diferente de Sam Raimi que regala dos horas de pura fantasía.