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Acá tenemos un claro ejemplo de cómo la realidad siempre supera a la ficción.
Si esta historia hubiera sido creada por un guionista de Hollywood probablemente a su autor le hubiera costado vender su trabajo a un estudio porque hubieran considerado la trama inverosímil.
Sin embargo, es un hecho real que cuesta comprender y en Europa fue un tema de debate durante un largo tiempo.
¿Cómo es posible que una persona que tenía todas las posibilidades para ser alguien importante en el mundo del deporte y vivir una vida tranquila sin inconvenientes económicos, tirara todo por la borda para convertirse en una leyenda del mundo del crimen?
La respuesta a esa pregunta es simple y desconcertante.
La adicción por la adrenalina.
Johan Kastenberger fue uno de los criminales más importantes en la historia de Austria, que se convirtió en el delincuente más difícil de atrapar en la historia de ese país. 450 policías trabajaron en el caso para detenerlo.
Con una máscara de Ronald Reagan, al mejor estilo Punto Límite (el clásico de Patrick Swayze), robó fortunas de los bancos de Viena, durante los años ´80.
Después la jodió cuando empezó a matar gente.
Lo interesante de esta historia es que Shot Gun Ronnie (como era su apodo) no robaba por el dinero, sino por la adrenalina que le generaba cometer esos actos. No era un criminal que necesitara robar para vivir o que hubiera elegido el camino más fácil para acceder a comodidades.
La plata era un souvenir. Lo que le atraía era la emoción que le generaba el acto de robar y luego escaparse.
Algunas personas juegan al golf o coleccionan cosas como un hobby.
El hobby de Shot Gun Ronnie era robar bancos. Simplemente porque le divertía.
Kastenberger, quien tranquilamente podría haber sido un villano de un cómic de Batman, era uno de los atletas australianos más prometedores de ese país que inclusive rompió récords deportivos, pero tenía su inexplicable lado oscuro que lo llevó por un mal camino.
Sin escape es una muy buena producción alemana que recrea estos hechos.
La película está basada en la novela homónima de Martin Prinz, que trabajó esta historia desde la ficción.
En este caso el protagonista se llama Johan Rettenberg. Si bien la trama se toma unas cuantas libertades (no esperen ver un documental del caso) cubre muy bien esta historia que es realmente interesante.
El director Benjamín Heisenberg presenta un thriller que se destaca sobre todo por la realización de los escapes del protagonista que están muy bien filmados y tienen bastante tensión, además del trabajo actoral de Andreas Lust (Munich).
Un inconveniente que tiene el film es que Heisenberg no explora demasiado en la psicología del maratonista Rettenberg y muchas de sus reacciones en la trama al final resultan un enigma, ya que es un personaje al que nunca llegamos a conocer.
A la larga es el espectador quien tendrá que sacar sus propias conclusiones sobre las acciones del protagonista.
Sin escape es una muy buena propuesta que está para tener en cuenta entre las novedades de esta semana.