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Don Gato es una de las creaciones más brillantes de esos genios de la animación que fueron William Hanna y Joseph Barbera.
Sin embargo, en los Estados Unidos este personaje nunca tuvo mucha repercusión, a tal punto que la serie original fue cancelada en 1962 luego de sietes meses en el aire y 30 episodios realizados porque los índices de audiencia no fueron auspiciosos.
Don Gato, Benito y el resto de la pandilla quedaron literalmente en el olvido y el protagonista obtuvo más tarde un rol secundario en otras series del estudio como Las olimpíadas de la risa.
Lo loco de esto es que el mismo dibujo animado que en la televisión yankee pasó sin pena ni gloria en Latinoamérica se convirtió en un enorme e importantísimo fenómeno de culto.
Muy especialmente en México donde Don Gato fue un furor impresionante a tal punto que el personaje siempre tuvo la misma popularidad que El Chavo.
En Argentina ocurrió lo mismo y es notable porque estos personajes pegaron en la gente mucho más que cualquiera de las otras creaciones de Hanna-Barbera.
Creo que este fenómeno tiene que ver con la idiosincrasia de los países latinos.
Es decir, me parece que para el público latino es mucho más fácil conectarse con Don Gato que con Los Picapiedra o Los Supersónicos que eran personajes muy estadounidenses.
Don Gato, en cambio, podría haber sido un típico chanta porteño que inclusive tenía puntos en común con Isidoro Cañones y si nos ponemos a hilar fino los episodios de la serie vamos a descubrir cosas de Cantiflas en sus reacciones y actitudes.
En consecuencia, era natural que si estos felinos callejeros de Nueva York alguna vez conseguían llegar a la pantalla grande la película fuera una co producción entre México y Argentina.
Este estreno fue realizado por las productoras Ánima (México) e Illusion (Argentina) que el año pasado brindaron el film de Gaturro.
Ambas productoras suelen ser bastante castigadas por la calidad de sus animaciones, pero la verdad es que en este caso presentaron un muy buen trabajo que se destaca principalmente por el cariño y el respeto que tuvieron los realizadores hacia la obra original.
El film es claramente superior a Gaturro y creo gran parte de esto tuvo que ver con que el guión presenta una historia mucho más entretenida y fluida, que además está plagada de referencias a los capítulos de la serie de los años ´60.
No es sencillo sostener un largometraje con personajes que solían ser explotados en cortos de 20 minutos y si bien por momentos el film cae en algunos baches narrativos, donde la trama se alarga sin sentido, en general hicieron un muy buen trabajo y tiene momentos graciosos.
Está bueno también que adaptaron los personajes al mundo de hoy, pero sin distorsionar la esencia del trabajo de Hanna- Barbera.
En ese sentido Anima e Illusion fueron muchos más cuidadosos que los grandes estudios hollywoondenses, que en más de una ocasión arruinaron clásicos animados. La reciente película de Los Pitufos es un ejemplo de ello.
Lo mejor de este estreno es por lejos el trabajo de las voces que contó con la participación de dos monstruos legendarios del mundo del doblaje. Un enorme lujo.
La dirección de voces corrió por cuenta del Gran Maestro Francisco Colmenero, la histórica voz de los dibujos de Disney, además de haber sido el narrador de los Super Amigos (“mientras tanto en el Salón de la Justicia”) Los Dukes de Hazzard y Papá Pitufo entre cientos de personajes queridos y populares.
En la película Francisco además interpreta al Alcalde de Nueva York.
El único artista de la serie original de Don Gato que regresó para este film es el legendario Jorge “Tata” Arvizú, quien le dio vida a Benito Bodoque y Cucho.
El Tata Arvizú es un prócer en este arte y además fue responsable de las voces de otros personajes queridos como Pedro Picapiedra, El Pájaro Loco, Bugs Bunny, El Pato Lucas y El Super Agente 86.
Cuando lo escuchás en esta película en el rol de Benito automáticamente te roba una sonrisa.
La voz original de Don Gato en la serie estuvo a cargo de Julio Lucena, quien junto a Arvizú y Colmenero, fue uno de los grandes pilares del mundo del doblaje latino. Lamentablemente falleció en 1985 y en este film el personaje estuvo a cargo de Raúl Ayana, quien capturó muy bien el estilo de voz que tenía Don Gato y que todos recordamos de los dibujos.
Dentro de las producciones que brindaron Illusión y Ánima en el último tiempo esta es la mejor película que hicieron.
Una muy buena propuesta para los nostálgicos de la animación y las nuevas generaciones de chicos que pueden descubrir a estos maravillosos personajes.