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El éxito de la trilogía Bourne en el cine generó que en el 2004 surgiera una nueva saga literaria escrita por Eric Van Lustbader que continuó las aventuras del personaje de Robert Ludlum.
“El legado Bourne” fue la primera entrega de una serie de siete libros, cuya capítulo más reciente, “The Bourne Imperative” se publicó hace unos meses.
Ahora bien, el motivo principal por el que el escritor Lustbader tuvo buena repercusión en las ventas es que continuó con sus relatos la historia del personaje de Jason Bourne.
En el cine las cosas se dieron de otra manera.
Cuando Matt Damon y Paul Greengrass rechazaron la posibilidad de hacer otra secuela los estudios Paramount buscaron la manera de seguir la trama sin ellos y esta película es resultado de eso.
En consecuencia, El legado Bourne sólo lleva el título de la novela de Lustbader, ya que después no tiene nada que ver con lo que se hizo en la literatura.
La nueva película fue dirigida por Tony Gilroy, responsable de ultra sobrestimada Michael Clayton, uno de los estrenos más inflados por la crítica de los últimos años.
Gilroy, como mucho cineastas egocéntricos, es un muchacho que parece estar convencido que al hacer películas lentas presenta obras profundas y en su nuevo trabajo demuestra que este género, al menos como director, no es lo suyo.
El legado Bourne no se puede comparar con los filmes anteriores porque sencillamente no está a la misma altura en ningún aspecto que se te ocurra compararlos.
Esta es una producción menor que encuentra sus puntos más débiles en el guión y la dirección de Gilroy.
La historia es muy floja y la verdad que no podrían haber elegido un argumento peor para continuar esta saga. Teniendo en cuenta que Matt Damon no regresaba este aspecto debió haber sido más cuidado.
El film cae en picada cuando entra en el terreno de Soldado Universal (la de Jean Claude Van Damme) con algunas situaciones dignas de una película de ciencia ficción.
Cuando surgen los temas de las mutaciones genéticas , en mi opinión, este estreno cae por un precipicio.
Es como si en la saga de Jack Ryan (el personaje de Tom Clancy) presentaran un conflicto relacionado con abducciones extraterrestres. Ryan derraparía por completo.
El director que había sido guionista de la trilogía original, más allá de los cambios que hizo, en sus argumentos había mantenido el espíritu de la obra de Ludlum.
El legado Bourne es cualquier cosa.
Tony Gilroy tarda entre 40 y 50 minutos en presentar bien al personaje principal y después lo desarrolla como un atleta de decatlón que corre por el mundo perseguido sin mucha explicación.
Que este film dure 135 minutos es obsceno. Sobre todo en una película donde no pasa nada durante gran parte del tiempo.
Edward Norton, por otra parte, fue convocado para sumar otro nombre al afiche, ya que su personaje lo podría haber interpretado un desconocido y no alteraba el film.
Entiendo que no era fácil desarrollar un nuevo episodio de esta historia después de lo que hizo Paul Greengrass pero acá hubo demasiados descuidos que dieron como resultado una producción que no está para nada a la altura de lo que brindaron en años anteriores.
Lo mejor de este estreno es el trabajo de los protagonistas, principalmente Jeremy Ranner y Rachel Weisz, quienes con un guión pobre hicieron maravillas con sus interpretaciones.
Se trata de una película que carece de emoción, secuencias de acción atrapantes y un final, que evidentemente se lo olvidaron en la sala de edición.
Me cuesta mucho imaginar una nueva saga exitosa con el personaje de Aaron Cross (Ranner). Salvo lo que traigan de regreso al verdadero Bourne veo difícil que este relanzamiento que planeó Paramount tenga mucho futuro.
Tampoco es una película mala, pero si decepcionante comparado con lo que vimos anteriormente.