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REC fue una de las más apasionantes historias de zombies que pudimos disfrutar en estos últimos años.
Mirá si habrá sido grossa que inclusive enganchó e impactó a espectadores que no son fans del género del terror.
Todos nos quedamos con ganas de ver más muertos vivos españoles y para los directores Jaume Balagueró y Paco Plaza la idea de hacer una secuela representaba un gran desafió, ya que los obligaba hacer una película que pudiera estar a la altura de la primera.
Ni siquiera digo superarla porque era algo muy difícil de realizar. Sobre todo por el fenómeno que se había generado en todo el mundo con el primer film y la expectativa que generaba una segunda parte.
En mi opinión los directores abordaron el tema de la continuación de la manera más inteligente posible al presentar un film muy diferente de lo que fue la primera propuesta.
La trama transcurre 15 minutos después del final de REC pero esta vez la experiencia es totalmente distinta.
Balagueró y Plaza mantuvieron el mismo estilo de realización que la película que vimos el año pasado con esos ambientes claustrofóbicos y fabuloso efectos especiales, sólo que el enfoque de la historia va por un nuevo camino.
En realidad es un camino clásico.
REC 2 es una revisión moderna de la primera camada de zombies que hubo en el cine, antes de la llegada de George Romero con La noche de los muertos vivos en 1968.
Mucho antes que se estrenara ese film las historias de zombies en la pantalla grande estuvieron estrechamente vinculadas con las posesiones satánicas, la magia negra y los rituales voodo.
Esto comenzó en 1932 con
White Zombie de Victor Halperin que fundó lo que yo llamo la primera generación de muertos vivos en el género del terror.
Ese film creó el arquetipo de historias que se harían en la primera mitad del siglo 20 con estos personajes hasta la llegada de Romero.
Hacia el final de REC los directores dejaron ciertos indicios que la magia negra era un elemento clave en el conflicto y en este caso decidieron desarrollarlo.
Me dio gracia leer críticas negativas de medios españoles escritas con mala leche hacia los realizadores por combinar los zombies con los exorcismos, algo que describieron como “una mezcla difícil de digerir estilo Alien Vs. Depredador”.
Chavales, si van a dedicarse a la crítica de cine en los medios deberían visitar los videoclubes antes de pegarle a Plaza y Balagueró.
Durante más de tres décadas los muertos vivos y las posesiones demoníacas estuvieron estrechamente relacionadas en el cine.
De hecho, el zombie como figura folclórica en la cultura popular nació en África y su origen estuvo vinculado con la magia negra. Afirmar que la combinación es digna de Alien Vs Depredador es de una ignorancia absoluta.
Entre las últimas producciones más notables que se hicieron en este estilo se puede destacar La Serpiente y el Arcoíris de Wes Craven.
Yo creo que fue mejor ir por este camino que presentar un refrito burdo de lo que habían hecho anteriormente con la diferencia de que cambiaban a los protagonistas.
La película dura 85 minutos y casi no da respiro hasta que termina.
Acá van directamente a la acción con una mayor riqueza narrativa donde inclusive tenemos la posibilidad de seguir la trama desde varios puntos de vista, algo que no ocurrió en la primera parte.
Afortunadamente tampoco perdieron el humor y pese a todas las cosas terribles que ocurren hay un par de diálogos desopilantes.
Balagueró y Plaza con este trabajo convirtieron a REC en una interesante franquicia que a partir de ahora puede ir por cualquier camino.
Se encargaron de dejar abiertas las puertas para una futura entrega que de acuerdo a las últimas informaciones se estrenaría en el 2011 con un nuevo director.
Es interesante porque por el cierre que le dieron y la revelación del final en futuras secuelas tranquilamente podrían trabajar con otras temáticas relacionadas con el terror.
Ya veremos el rumbo que eligen, mientras tanto esta segunda parte es una entretenida propuesta de este género para disfrutar en el cine.