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Sería fácil ponerme la capucha y la túnica blanca que usan lo miembros del Ku Klux Shyamalan y con mi garrote en llamas pedir por la cabeza del director.
La haría mucho más corta todavía si me pusiera a repetir como un lorito lo que opinan lo demás para estar en sintonía con Rotten Tomatoes y lo que la manada de la crítica determina.
Sin embargo, pese a que siempre banqué a este director (y sigo hacíendolo), tampoco puedo mandar fruta y defender lo que a mi entender no se hizo bien.
Avatar (el verdadero nombre de esta historia, que tuvo que ser modificado por la última película de James Cameron) es una obra maestra de la animación occidental de los últimos años que representa por lejos la mejor producción de dibujos animados que surgió en la última década.
Una historia brillante plagada de filosofía oriental y espiritualidad que logró capturar la atención del público de distintas edades en todo el mundo.
La adaptación cinematográfica deja cierto sabor amargo porque no le sacaron todo el jugo al material que tenían disponible y algunas decisiones del director no fueron las más acertadas.
Para el Ku Klux Shyamalan todas las películas que hizo M .Night desde El protegido en adelante son las peores obras filmadas en las últimas décadas.
Yo que no comulgo con el grupo y sigo reivindicando (aunque me hay gustado a mi solo) La dama del Lago, creo que El último maestro del aire es un trabajo regular de un artista que puede dar mucho más.
Ahora bien, sólo un trasnochado puede pretender también que el director adapte a la perfección una historia de 480 minutos (eso es lo que dura la primera temporada de Avatar que adapta este film) en una película que dura 103 minutos.
Es sencillamente imposible.
Peter Jackson necesitó tres horas para narrar bien La Comunidad del Anillo y pese a todo no faltaron algunos idiotas que lo destrozaron en su momento porque había eliminado un par de personajes secundarios.
Todavía recuerdo las críticas por la ausencia de Tom Bombadil.
Dentro de todo Shyamalan siguió bastante de cerca el conflicto principal pese a algunos cambios inevitables. La historia la hizo más seria y le quitó el humor tonto que tenía por momentos el dibujo que principalmente estaba dirigido a los chicos.
De todas maneras, el gran problema de este film creo que pasa por otro lado, más allá de los detalles que seguramente van a reclamar los fans del dibujo.
No se puede esperar una gran película cuando el estudio Paramount se empacó en contar toda la historia en menos de dos horas.
Me quedó la sensación después de ver este estreno que los productores (entre ellos los creadores del dibujo) consiguieron los 150 millones de dólares de presupuesto a cambio de comprometerse a contar todo en un poco más de 100 minutos, que es algo ridículo para la clase de propuesta que estaban adaptando.
De hecho Shyamalan llegó a filmar más material que quedó afuera. Si entran en You Tube van a encontrar avances para televisión con escenas que ni siquiera se ven en los cines.
El gran problema que tiene este estreno pasa por la masacre que hicieron en la edición.
La historia va demasiado rápido y te queda la sensación que estás viendo un gran trailer extendido más que una película en serio.
Es como la primera entrega de Crepúsculo, pero con un cambió más.
La narración no permite el mínimo desarrollo de los conflictos que enfrentan los protagonistas y durante la trama desfilan sin sentido personajes secundarios totalmente desaprovechados.
El otro tema con el que yo disiento con el amigo M. Nigth es el reparto, pese a que no hicieron un mal trabajo.
Esta idea supuestamente progre de Shyamalan de armar un elenco Benetton con actores norteamericanos, asiáticos e indios, en esta historia en particular, me pareció un cambalache.
O sea, en un cuento que está relacionado principalmente con la cultura asiática reunir actores de diferentes continentes se ve forzado, como cuando John Wayne interpretó al Gengis Khan. Era cualquiera.
Ahora bien, pese a estos puntos que le jugaron en contra al film hay un montón de cosas para destacar de este estreno también.
Visualmente El último maestro del aire es deslumbrante.
La labor más destacada pertenece al artista argentino nominado dos veces al Oscar, Pablo Helman, el supervisor de efectos especiales.
Helman hace años que viene colaborando con grossos como George Lucas (en Star Wars Episodio 2) y Steven Spielberg (en la Guerra de los Mundos) y acá me parece que brindó su trabajo más ambicioso hasta la fecha.
Todo el manejo de los elementos naturales en las peleas, que dominan los personajes, son increíbles y se nota que el laburo que hubo detrás de cada escena fue infernal.
Por otra parte, las secuencias de artes marciales resultaron espectaculares con movimientos muy estilizados que no tienen nada que envidiarle a las buenas producciones de Oriente.
Lo mismo se puede decir del equipo a cargo del diseño de producción que presentó escenarios impresionantes que te dejan con la boca abierta cuando los ves en la pantalla grande y la fotografía de Andrew Lesnie (ganador del Oscar por la trilogía del Señor de los Anillos) que es hermosa.
El compositor James Newton Howard volvió a ofrecer otra gran banda de sonido.
Desde lo visual el film es fantástico y Shyamalan reunió excelentes colaboradores.
No te podés sentar a ver esta película en el cine y cagarte en todas estas cosas como si nada.
Decir que hicieron todo mal y es la peor película del año como aseguran los locos fundamentalistas de la capucha, no sólo es falso, sino que además es un concepto ignorante que desconoce el gran trabajo que hicieron muchos artistas, pese a que el film no es perfecto.
Con respecto al 3D, la conversión fue mucho más decente que en Furia de Titanes y el sistema se luce de manera notable en la primera parte del film y en la batalla final. Después no hay gran diferencia con verla en el formato común.
En términos futbolísticos, para las dos secuelas que faltan, yo no cambiaría al DT sino el planteo de juego.
No podés contar esta historia en una hora y media. Hay que darle más aire a los personajes y al conflicto para que puedan ser bien desarrollados sin la locura de tener que entregar un corte de 100 minutos en los cines.
Sino ¿para que invierten 150 millones de dólares?
Los colaboradores de Shyamalan son muy grossos y los actores protagónicos hicieron un laburo decente dentro de todo. Especialmente Nicola Peltz como Katara.
A diferencia de la Brújula Dorada que quedó trunca (entre otras cosas) porque fue un fiasco comercial, El último maestro del aire, por más que le pese al Ku Klux Shyamalan funcionó muy bien en la taquilla y en pocas semanas alcanzó los 181 millones de dólares, sólo en los Estados Unidos.
Hay una oportunidad para remendar las cosas pero va a depender que Shyamalan mejore el enfoque de la narración y la edición (sobre todo) y los creadores del dibujo, Michael Dimartino y Bryan Konyestko, productores ejecutivos, cuiden mejor su creación.
Ojalá que se de porque la historia se pone mejor.
Ah, una cosa más a los interesados. La vi dos veces la película, en castellano y en inglés. Por favor busquen como sea la opción con subtítulos porque el doblaje es patético.