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Noches de aburrimento hubiese sido un título más apropiado para este bodrio que vuelve a reunir a Richard Gere con Diane Lane por tercera vez.
Ya habían trabajado juntos en The Cotton Club (de Francis Ford Coppola) e Infedelidad que se estrenó hace unos años.
El film está basado en una novela de Nicholas Sparks que no en vano es un autor muy vendido que a escrito muy buenas historias románticas como El cuaderno de Noah (gran novela) sobre la que se basó Diario de una Pasión, que estuvo excelente.
El problema con este sujeto es que después de una serie de trabajos exitosos se vio afectado por lo que yo llamo el Síndrome Coelho.
Es decir, al igual que el autor de “El Alquimista” el escritor comenzó a escribir novelas en las que vendía el mismo producto con un envase diferente que convertían a sus historias en cuentos totalmente predecibles y monótonos.
De hecho no hace falta leer la novela Noches en Rodante para poder comprobar esto.
Si vistes la película Mensaje de Amor (Otra adaptación de un libro de Sparks) , con Kevin Costner, Paul Newman y Robin Right Penn, entonces vistes Noches de Tormenta, ya que son prácticamente iguales.
Por supuesto las historias de los personajes son distintas pero la temática y el desarrollo que tienen son demasiado similares. Inclusive comparten el escenario de la playa y el mar.
En este estreno Sparks otra vez repite la historia de dos personas maduras con pasados sentimentales dramáticos que vuelven a encontrar una segunda oportunidad en el amor.
La diferencia es que el film de Costner que dirigió el mexicano Luis Mandoki estuvo mucho mejor dirigido y desarrollado.
Con Noche de Tormenta, más allá que presenta personajes sumamente aburridos, queda la misma sensación que con Misión Babilonia de Vin Diesel.
Parecería que el editor se quería sacar de encima cuanto antes la película. Es como que la narración va demasiado acelerada y no se les permite a los espectadores conocer a los protagonistas cuando enseguida se desata la conclusión. En cinco minutos se pasa de la felicidad a la tristeza de una manera ridícula, con una trama absurda que probablemente no afecte la visión de las abuelas fanáticas de Richard Gere o aficionadas de las telenovelas mexicanas pero para el que busque una buena propuesta romántica hay opciones mejores.
Danny Un tipo de suerte, con Steve Carrell es una de ellas o (si no la viste) Los puentes de Madison, de Clint Eastwood en el video club que presenta una historia similar, con la diferencia que es un film superior.
Lo mejor de este bodrio es el trabajo secundario de Scott Glenn en una escena junto a Gere que se roba de manera notable. El resto es para el olvido.